El rostro es el espejo de nuestra constitución y estado anímico, y el yoga facial te ayuda a mantener un rostro bello y sano.
Aprende a integrarlo con la práctica de las asanas para permitir la expresión emocional y una rápida liberación del estrés.
Sus cultores en todo el mundo aseguran que cuando una persona comienza a practicar yoga con cierta asiduidad los cambios comienzan a notarse de manera casi inmediata: mejora la postura general del cuerpo, se flexibilizan las articulaciones, se mejora la respiración, se tonifican grupos musculares y por sobre todas las cosas, se mantiene una actitud positiva hacia la vida.
Algunas celebridades han puesto de moda el yoga facial en América, y ya se encuentran clases de esta disciplina en New York, México, Madrid y otras capitales. ¿Realmente sirve como tratamiento antiarrugas? Si, la mayor parte de los surcos se deben a gestos repetitivos que realizas una y otra vez; gracias a los ejercicios podrás combatir la papada mientas tartáreas una canción silbando, sentir como se relaja todo el rostro mientras las carcajadas te inundan, o prevenir las arrugas del surco nasogeniano.
En yoga facial no se trabaja tan solo la contracción, estiramiento y relajación consciente de los músculos del rostro, también se emplea la respiración para activar la oxigenación de los tejidos, la fuerza gravitatoria para aumentar el flujo de sangre al realizar las asanas invertidas y las afirmaciones positivas para sentirse feliz y exhalar alegría en cada gesto. Un interesante ejercicio es antes de empezar la clase mirar a la cara a un compañero unos instantes, y volverlo a hacer al finalizar la sesión de ejercicios. Observarás que hay un gran cambio en tu compañero, lo verás más tranquilo, relajado, como si se hubiese quitado unos años de encima.
Tanto al empezar el día, como tras la jornada laboral son dos buenos momentos para practicar entre cinco y treinta minutos de yoga facial. Los ejercicios incluyen movimientos oculares para fortalecer los ojos y mejorar la visión, realizar gestos como sacar la lengua y rugir en Simhasana o poner cara de pez, movimientos pasivos como estirar con las manos tu sonrisa, masajes de la frente para alisarla, presión de puntos de acupuntura... como ves se trata de algo muy variado que enriquece tu shadana y se eres capaz de ser como un niño, jugando, la hace más divertida.
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